sábado, 30 de agosto de 2008

Una historia que no tiene absolutamente nada que ver con el chat, el otro blog o conmigo

    Esta es una historia en una humilde comarca donde hay un humilde señor que tiene una humilde ferretería (y no tiene nada que ver con el chat, ni los blogs, ni con conocer gente). La ferretería de este señor tiene un cartel grande sobre el negocio que dice "FERRETERÍA" y con un retrato de la cara del ferretero. Estamos hablando de la clase de cartel que se puede leer desde cien metros. En su vidriera sólo hay cosas de ferretería (y esto no tiene nada que ver con un perfil en una página de contactos). Inclusive publica un aviso en el diario de la comarca invitando a su local a quien desee comprar cosas de ferretería.

   Un día entra un señor a la ferretería.  El señor tiene una bolsa de papel tapándole completamente la cabeza y está desnudo del cuello para abajo. El señor entra mencionando el aviso de la ferretería, comentando lo bonita que es la vidriera de la ferretería, diciendo que le parece muy linda la ferretería y que le gustaría comprar algo de ferretería. El dueño de la ferretería hace caso omiso del atuendo del cliente (no tiene absolutamente nada que ver conmigo, ojo) y tontamente se entusiasma, ya que hace algún tiempo que no entra ningún comprador. El dueño le pregunta al cliente qué desea llevar. El cliente le dice "quiero llevar medio kilo de carne picada". El dueño de la ferretería se rasca la cabeza y le dice al señor que a lo mejor entendió mal, pero él sólo vende cosas de ferretería. El cliente se ofusca: "¿cómo es que en esta ferretería no tiene carne picada?".

   Discuten un largo rato (esto no tiene nada que ver con el chat, no se confundan). Después de todo, el ferretero no está ocupado y si el cliente quiere perder su tiempo, allá él. El dueño le dice que vaya mejor a la carnicería de la comarca, donde seguramente le darán toda la carne picada que el cliente pueda querer. El dueño de la ferretería aclara que no hay nada malo con que al carnicero de la comarca le vaya bien en su negocio. La carnicería queda cruzando la calle. El cliente dice que está harto de la carnicería, y que quiere carne picada, pero que la quiere comprar en la ferretería, y que al fin y al cabo todo el mundo vende carne picada. Al dueño esta idea le divierte por lo disparatada y le toma el pelo un rato. En un momento el dueño (no tiene nada que ver conmigo, recuerden) se cansa de la discusión sin sentido y le da al cliente un paquete con medio kilo de tuercas para sacárselo de encima y de paso hacer algún dinero. El cliente se va indigado con dirección a la carnicería (obviamente) y al salir le tira las tuercas por la cabeza al ferretero.

   Esta situación, con algunas variantes, se repite centenares de veces más. Algunos clientes tienen la bolsa de papel en la cabeza, otros no, algunos lucen un tatuaje que dice "mi vida es la carne picada y jamás compraría algo en una ferretería; en realidad las ferreterías no existen", etc. Con el tiempo el ferretero aprende que si entra alguien a la ferretería con la cabeza tapada con una bolsa de papel y desnudo del cuello para abajo, es muy seguro que no viene precisamente a comprar cosas de ferretería, sino más bien algún derivado cárnico.

   Algunas veces llaman desde la capital del reino pidiendo carne picada, o algunas veces algo de ferretería (esto no tiene absolutamente nada que ver con la ciudad de Buenos Aires). El ferretero argumenta que hay buenas ferreterías y carnicerías en la capital del reino, que no puede hacer envíos y que, (en última instancia) si el cliente está de acuerdo, puede pasar a buscar su pedido a la comarca. Estos clientes se indignan particularmente, ya que no conciben que exista un negocio que prefiera atender en su comarca. En realidad, estos clientes creen que no existe absolutamente nada más allá de la capital del reino.

   Al principio estas situaciones entristecen mucho al ferretero. Luego decide llevar un diario sobre los pedidos disparatados. Todas las semanas deja en la biblioteca de la comarca una copia de alguna charla (siguiendo el consejo de su abogado, sin dar datos comprometedores de los clientes) junto con sus opiniones del caso para entretener al resto de los ferreteros de la comarca (esto no tiene nada que ver con mi otro blog, les advierto).

   Sucede algo divertido: los demás ferreteros de la comarca dejan su nombre y muestran su cara al comentar las charlas del humilde ferretero, pero aparece cierta cantidad de señores desnudos con la cara tapada por una bolsa de papel que no tienen nombre y que abominan de las charlas del ferretero. Poco a poco va surgiendo una multitud de hombres desnudos y anónimos que piensan que el ferretero es una especie de monstruo.

   Algún que otro hombre sin nombre deja alguna opinión no muy clara. Los argumentos varían desde "las ferreterías no existen" hasta "usted debería mudarse a un reino donde todo el mundo desee artilugios de ferretería" (más allá de no dar precisiones de dónde queda tal reino). Otros opinan enfáticamente que debería poner una carnicería y ser feliz como ellos. Otros lo acusan personalmente de megalómano.

   Lo tildan de enfermo por no ser feliz vendiendo la carne picada que le reclaman.

   Todo esto podría entristecer al ferretero (quien no tiene ninguna similitud conmigo). Lo que no ven los hombres-bolsa es que al ferretero le chupan un huevo las opiniones a favor o en contra, y que mantiene la ferretería abierta con la secreta esperanza de que algún día alguien bien vestido y sin una bolsa en la cabeza necesite arreglar su casa y entre con toda seguridad a su negocio pidiendo medio kilo de tuercas, o un cuerito para la canilla, o por qué no una llave francesa.

viernes, 29 de agosto de 2008

I remember it well

Maurice Chevalier & H. Gingold
Honore (Maurice Chevalier) & Mamita (Hermione Gingold)

Honore: We met at nine
Mamita: We met at eight
Honore: I was on time
Mamita: No, you were late
Honore: Ah, yes, I remember it well
We dined with friends
Mamita: We dined alone
Honore: A tenor sang
Mamita: A baritone
Honore: Ah, yes, I remember it well
That dazzling April moon!
Mamita: There was none that night
And the month was June
Honore: That's right. That's right.
Mamita: It warms my heart to know that you
remember still the way you do
Honore: Ah, yes, I remember it well

Honore: How often I've thought of that Friday
Mamita: Monday
Honore: night when we had our last rendezvous
And somehow I foolishly wondered if you might
By some chance be thinking of it too?
That carriage ride
Mamita: You walked me home
Honore: You lost a glove
Mamita: I lost a comb
Honore: Ah, yes, I remember it well
That brilliant sky
Mamita: We had some rain
Honore: Those Russian songs
Mamita: From sunny Spain
Honore: You wore a gown of gold
Mamita: I was all in blue
Honore: Am I getting old?
Mamita: Oh, no, not you
How strong you were
How young and gay
A prince of love
In every way
Honore: Ah, yes, I remember it well

martes, 12 de agosto de 2008

A la grande le puse Cuca

cuca
(Cuca en el balde)

 

Hoy agarré a la más grande (espero en realidad que haya sido la única). No la maté. Ahora Cuca es problema de los de la fábrica de al lado de casa.  Ah, y tenía una colita divina de unos 20 cm.

Aún tengo buenos reflejos.

sábado, 9 de agosto de 2008

Epílogo

Soy Hari Seldon, antiguo primer ministro del emperador Cleón I, profesor emérito de psicohistoria en la Universidad de Streeling en Trantor, director del proyecto de investigación psicohistórica, director ejecutivo de la enciclopedia galáctica y creador de la Fundación. foundation_lg

Ya sé que parece impresionante. He hecho muchas cosas en mis ochenta y un años de existencia, y estoy muy cansado. Si pienso en mi vida me pregunto si podría..., si no tendría que haber obrado de forma distinta en algunas ocasiones. Por ejemplo: ¿acaso no hubo momentos en los que llegué a obsesionarme tanto con el inmenso alcance de la psicohistoria que, en comparación, pensé que los acontecimientos y las personas que se cruzaron en mi camino carecían de importancia?

Quizá se me pasaron por alto algunos pequeños ajustes que hubiese podido hacer aquí y allá, retoques insignificantes que no habrían supuesto ningún peligro para el futuro de la Humanidad pero que podrían haber mejorado la vida de algún individuo al que quería. Yugo, Raych... No puedo evitar preguntármelo... ¿Acaso habría podido hacer algo para salvar a mi amada Dors?

El mes pasado acabé de grabar los hologramas de la crisis. Gaal Dornick, mi ayudante, los ha llevado a Terminus para supervisar su instalación en la bóveda Seldon.

Dornick se asegurará de que la bóveda quede sellada y de dejar las instrucciones necesarias para las eventuales aberturas de la bóveda durante las crisis.

Naturalmente, cuando lleguen estaré muerto.

¿Qué pensarán los futuros miembros de la Fundación cuando me vean (o, para ser más exactos, cuando vean mi holograma) durante la primera crisis, dentro de unos cincuenta años? ¿Harán algún comentario sobre lo viejo que estoy; o lo débil que suena mi voz, o lo pequeño que parezco encogido en esta silla de ruedas? ¿Comprenderán el mensaje que les he dejado, sabrán apreciarlo? Ah, bueno, la verdad es que especular no sirve de nada... Como dirían los antiguos: los dados están echados.

Ayer tuve noticias de Gaal. En Terminus todo va bien. Bor Alurin y los miembros del proyecto son felices en su «exilio». No debería permitirme esa debilidad, pero cada vez que recuerdo la cara de satisfacción que puso ese idiota pomposo llamado Linge Chen cuando decretó la expulsión del proyecto a Terminus hace ya dos años, no puedo contener la risa. El exilio acabó siendo expresado mediante un decreto imperial («Una institución científica apoyada por el Estado y parte del dominio personal de Su Augusta Majestad el Emperador...» El alto comisionado quería expulsarnos de Trantor y tenernos lo más lejos posible, pero no pudo soportar la idea de perder todo el control sobre el proyecto), pero saber que Las Zenow y yo escogimos Terminus para que fuese el hogar de la Fundación sigue siendo una fuente de placer secreto.

Lo único que lamento en lo que concierne a Linge Chen es que no pudiéramos salvar a Agis. Aquel emperador era un buen hombre y un líder noble, a pesar de que de imperial sólo tuviese el nombre... Su error fue no creer en su título, y la comisión de seguridad pública no estaba dispuesta a tolerar el progresivo reforzamiento de la independencia imperial.

Me he preguntado más de una vez qué hicieron con Agis... ¿Fue exilado a algún remoto mundo exterior o fue asesinado como Cleón?

El muchacho que se sienta en el trono es el perfecto emperador-títere. Obedece cada palabra que Linge Chen susurra a su oído y se considera un gran estadista en ciernes.

Para él su palacio y los adornos de la vida imperial no son más que juguetes de un juego inmenso y fantástico.

¿Qué voy a hacer ahora? Gaal por fin se ha marchado para incorporarse al grupo de Terminus, y me he quedado totalmente solo. De vez en cuando me llegan noticias de Wanda. El trabajo continúa y durante la última década ella y Stettin han añadido decenas de mentalistas al grupo. Su poder aumenta a cada momento que pasa. Fue ese contingente de mentalistas, mi Fundación secreta, el que convenció a Linge Chen de que enviara los enciclopedistas a Terminus.

Echo de menos a Wanda. Han pasado muchos años desde que la vi por última vez y estuve sentado junto a ella cogiéndole la mano. Cuando se marchó creí que moriría de tristeza a pesar de que fui yo quien le había pedido que se fuese. Quizá fue la decisión más difícil de toda mi vida, y aunque nunca se lo he dicho, estuve a punto de no tomarla.

Pero si quería que la Fundación triunfara era necesario que Wanda y Stettin se marcharan de Trantor. La psicohistoria así lo decretó..., y puede que después de todo la decisión realmente no fuese mía.

Sigo acudiendo cada día a mi despacho en el edificio psicohistoria. Me acuerdo de los días en que estaba lleno de gente a todas horas. A veces tengo la sensación de que está lleno de voces, las voces de la familia que perdí hace tanto tiempo, las voces de los estudiantes y de mis colegas..., pero los despachos están vacíos y silenciosos. El zumbido de mi silla de ruedas crea ecos por los pasillos.

Supongo que debería abandonar el edificio y devolverlo a la universidad para que lo asignen a otro departamento, pero... No sé por qué, pero me resisto a marcharme de aquí. Hay tantos recuerdos...

Ahora sólo me queda mi primer radiante, el instrumento que permite hacer los cálculos de la psicohistoria y analizar todas las ecuaciones de mi plan..., y todo está dentro de este pequeño y asombroso cubo negro. Mientras contemplo esta herramienta engañosamente simple que sostengo en la palma de mi mano pienso en lo mucho que me gustaría enseñársela a R. Daneel Olivaw...

Pero estoy solo, y me basta con pulsar un botón para disminuir la intensidad de las luces del despacho. Me reclino en mi silla de ruedas, activo el primer radiante y las ecuaciones despliegan su esplendor tridimensional a mi alrededor. Para el ojo no adiestrado este torbellino multicolor no seria más que un amasijo ininteligible de formas y números, pero para mí -y para Yugo, Wanda y Gaal-, es la psicohistoria que cobra vida.

Lo que veo ante mí y a mi alrededor es el futuro de la Humanidad. Treinta mil años de caos potencial comprimidos en un único milenio... Esa parte que aumenta su brillo deslumbrante cada día es la ecuación de Terminus, y allí -tan deformadas que ya es imposible devolverlas a su estado original-, están las cifras de Trantor. Pero también puedo ver..., sí, allí está el débil resplandor de una lucecita de esperanza... ¡La segunda Fundación!

Esto... esto fue la obra de mi vida. Mi pasado..., el futuro de la Humanidad. La Fundación... Tan hermosa, tan viva... Y nada puede...

¡Dors!

__________

SELDON, HARI. Fue encontrado muerto sobre su escritorio en su despacho de la Universidad de Streeling el 12.069 E.G. (E.F.). Al parecer, Seldon estuvo trabajando hasta el último momento en sus ecuaciones psicohistóricas, y se encontró su primer radiante activado entre los dedos de su mano...

El instrumento fue enviado a su colega Gaal Dornick, quien había emigrado recientemente a Terminus, siguiendo las instrucciones dejadas por Seldon...

El cuerpo de Seldon fue enviado al espacio, también en obediencia a sus instrucciones. El servicio fúnebre oficial celebrado en Trantor fue sencillo, aunque estuvo bastante concurrido, y se ha de hacer constar que Eto Demerzel, el antiguo primer ministro y viejo amigo de Seldon, asistió a él. Demerzel no había sido visto desde su misteriosa desaparición después de la conspiración joranumita durante el reinado del emperador Cleón I. Los intentos de localizar a Demerzel durante los días siguientes al servicio fúnebre de Seldon hechos por la comisión de seguridad pública, no dieron ningún resultado...

Wanda Seldon, la nieta de Hari Seldon, no asistió a la ceremonia. Se rumorea que se encontraba tan afectada que se negó a hacer ninguna aparición en público. Hasta el momento su paradero posterior sigue siendo desconocido...

Se ha afirmado que Seldon murió tal y como había vivido, pues abandonó el mundo de los vivos con el futuro que había creado desplegándose a su alrededor...

ENCICLOPEDIA GALÁCTICA[1]


[1] Todas las citas de la Enciclopedia Galáctica reproducidas están tomadas de la edición número 116, publicada el año 1020 E.F. por la Compañía Editora de la Enciclopedia Galáctica, Terminus, con permiso de la editorial.

Isaac Asimov - Hacia la Fundación

sábado, 2 de agosto de 2008

Demuestra que te importa

 

All around the cathedral the saints and apostles
Look down as she sells her wares
Although you can't see it,
You know they are smiling
Each time someone shows that he cares

Alrededor de la catedral los santos y los apóstoles
Miran hacia abajo mientras ella vende sus artículos
A pesar de que no puedas verlo,
Sabes que están sonriendo
Cada vez que alguien demuestra que le importa