Una operación de narcotráfico exitosa requiere sigilo y astucia. La ley siempre está un paso atrás (cuando no está un paso adelante). Los expertos del mercado negro de sustancias recreativas recomiendan, al igual que Chesterton, esconder las cosas a simple vista.
La estrategia literaria consiste en trasladar toda la operación a una biblioteca. Debe tenerse especial cuidado en elegir una biblioteca de gran caudal de público, ya que un aumento repentino en la cantidad de lectores con mirada vidriosa levanta las sospechas del bibliotecario más corto de vista. Usted conviene con sus clientes una serie de títulos de nula demanda (cualquiera que esté vinculado a las matemáticas viene bien) para que el cliente le deje el pedido con el dinero. Usted lo pasa a revisar y deja la mercadería en su lugar. Todo es cuestión de fingir recorrer los estantes en el horario en que usted está de servicio. No le conviene utilizar literatura de moda ni nada de las mal denominadas “ciencias sociales” y/o “ciencias políticas”, ya que bien sabemos que el público consume masivamente las obras que tardan 400 páginas en letra chica para decir dos idioteces, y que eso puede comprometer su negocio.
Siempre lleve un libro tras el cual esconderse, o algún reproductor de música con auriculares que le permita hacerse bien el boludo en caso de toparse con algún conocido. De paso usted puede llevar consigo esas canciones pedorras que tanto le gustan. ¿Problemas de conciencia? ¡Ninguno! Si usted es de los narcos, bien sabemos que es un cretino.