Esto el Papa exclamó al firmar la bula
con que furioso excomulgó a Lutero:
La divergencia de un rotor es nula
y el rotor de un gradiente es siempre cero.
El gran fraile alemán invocó a Dios
y exclamó con su habitual vehemencia:
El rotor de un rotor más nabla dos
da el gradiente de toda divergencia.
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