La escena es en un miserable y congelado departamento en la Rusia estalinista. Edmund Saint Poggè bebe un vaso tras otro de vodka mientras espera a Kristine Ghulí.
[Entra Kristine. Va directamente al pequeño brasero a buscar calor]
EDMUND: (Con violencia) Era hora, perra inmunda.
KRISTINE: (Cuenta hasta diez) Hola, Edmund. ¿Cómo estás?
EDMUND: Gracias, muchas gracias.
KRISTINE: Hoy me sacaron el último diente, así que hay promoción "felaciones sin rayas".
EDMUND: ¿Qué diente?
KRISTINE: El colmillo. El último diente propio que me quedaba. El que decías que te raspaba todo el pene, amor.
EDMUND: Ah, ¡fantástico! estás desdentada.
KRISTINE: Sí, finalmente tu violencia se cobró la última víctima… mi último diente. (Con lágrimas en los ojos) Me lo bajaste a golpes, ¡cerdo!
EDMUND: Te lo merecías, ¡zorra ingrata!
KRISTINE: Tú bien sabes que sólo troto las calles para traer dinero a casa.
EDMUND: Y sabes bien que no quiero que vengas llena de humores de otros.
KRISTINE: No puedo evitarlo. Tú sabes que mi gracia es tragar hasta la última gota. Sin ello no soy nada.
EDMUND: ¡Cerda! ¡Sólo piensas en ti y en tu nutrición láctea!
KRISTINE: Si tú no te jugaras todo en las carreras de ratas podríamos vivir dignamente.
EDMUND: No metáis a las ratas en esto, ¡mamut maloliente!
KRISTINE: ¿Qué nos pasó Edmund? Antes estábamos tan enamorados... Me prometiste que el mundo estaría a mis pies.
EDMUND: ¡Pasa que me cansé de sacarte las bragas y encontrarme con una catarata de lechosidad ajena!
KRISTINE: Debemos cortar con este círculo vicioso. ¡Deja las carreras de ratas y yo prometo felar la mitad! Dejarlo completamente si te pones sobrio y consigues un trabajo.
EDMUND: Bueno, sólo apostare a los caracoles.
KRISTINE: Quiero que sólo seas tú el que me llene el útero de lechosidad. Aunque sea de salsa golf, si no te es posible.
EDMUND: Sabes que no me es posible, que no tengo penosidad desde que aquella prensa de grabado fue girada con distracción.
KRISTINE: ¡No seas ingrato! Bien sabes que comimos por meses con lo que sacamos por esa litografía.
EDMUND: Pero los 35 kilos de patatas que nos dieron por ese grabado no me hicieron feliz.
KRISTINE: Antes te gustaba el comunismo. Ahora estás en contra de Stalin.
EDMUND: Ahora me gustan Sartre y Hitler.
KRISTINE: "Haremos arte en Rusia, nena", me dijiste, “llevaremos el arte a las masas, y tú serás mi musa”. Luego resulta que se te aprieta un poco con la prensa ese colgajo que llamas pene y te disgusta que el Kremlin nos premie por ello con patatas socialistas.
EDMUND: ¡Niet! Esas patatas estaban rancias, y además las habían cultivado unos cerdos judíos.
KRISTINE: ¡Rancio está tu arte! No haces un sólo dibujo desde que bebes. Y yo debo prostituírme en la Plaza Roja... ¡si mi familia me viera! Yo, ¡que fui a los mejores colegios de París! Yo, que desoyendo los consejos de mis amistades lo dejé todo para escaparme a la Rusia comunista con mi amado Edmund.
EDMUND: ¡¿Con qué voy a dibujar?! Si desde que la agujereadora hidráulica me cercenó los brazos de cuajo no puedo ni tocarme el ano.
KRISTINE: ¡Pues dibuja con el ano si es necesario!
EDMUND: ¡Pero si sabes bien que un ano contra natura no sirve para dibujar!
KRISTINE: Estoy harta de vender mi cuerpo a los soldados de la Guardia Roja por unos pocos rublos en plena plaza.
EDMUND: ¡Lo único que te importa es mi tronco!
KRISTINE: Sólo me importa que seamos felices. Oh, Edmund... ¡hazme tuya como entes! Como cuando yo era una colegiala en el "Notre Dame du Fromage" y nos enseñabas dibujo artístico.
EDMUND: Bueno, pues entonces hazme upa, ¿cómo quieres, si apenas te llego a las rodillas sin mis piernas?
KRISTINE: Que irónico el destino. Pensar que yo tenía apenas 6 años cuando tú me hacías exactamente lo mismo. Decías que mi altura era ideal para besar tu "lápiz gordo de la alegría".
EDMUND: Sí, pero desde que estoy con el pulmotor ya no puedo hacer eso, lo siento.
KRISTINE: ¡Se acabó! No puedo más. Esta situación me ahoga. Me voy, Edmund.
EDMUND: (Llorando) ¡¿No puedes ver nada bello en mí?! ¡¿Es eso?! ¡Ya no te gusto!
KRISTINE: Ahora te veo con los ojos abiertos a la realidad. He conocido a un prometedor bailarín del Bolshoi. Se llama Pietr Kolhoma. Sólo tiene setenta años y está en pleno ascenso.
EDMUND: Ah, creo conocerlo. Era parte del elenco de "Petrushka Putiten".
KRISTINE: El mismo. Me prometió recorrer el mundo, amarme y hacerme un arco de madera.
EDMUND: Sí, eso mismo le prometió a mi sobrina, y ahora es una burguesa.
KRISTINE: Prefiero comer una hamburguesa que escuchar tus tonterías y a tu pulmotor. Otros maridos en pulmotores se las ingenian para mantener contentas a sus esposas, pero tú no.
EDMUND: ¡Pues espero que te indigestes con la ketchup! Tú insististe en comprar este pulmotor que funciona al ritmo de esta nueva música… el fox-trot.
KRISTINE: Adiós, Edmund. Me voy con Pietr. Me espera con su blanco tutú.
EDMUND: Ve, lo nuestro no puede ser. (Con despecho) Debes saber que la señora que me limpia las heces todas las mañanas me ama más que tú.
KRISTINE: ¡JAJAJAJA! ¡Idiota! Le pago para que te diga eso.
[Edmund llora]
KRISTINE: Otra farsa más, como toda tu vida.
EDMUND: ¿Y lo del señor que me hacia la fisioterapia en los músculos de la cara también? ¿Él no me quería?
KRISTINE: Vomitaba del asco que le provocabas ni bien salía a la calle.
EDMUND: Eres una… una… ¡una puta!
KRISTINE: Vete a dibujar garabatos. Yo me voy con un artista de verdad.
EDMUND: Puedes hacerme el favor de cerrarme y abrirme los ojos; se me están secando.
KRISTINE: Lo siento. Grita. Quizás alguien se apiade de ti y te ayude.
EDMUND: ¡Aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Mi grito es sólo un murmullo. ¡Sabes bien que mi lengua se quemó en aquel incendio!
[Edmund tose]
KRISTINE: Lo siento, Edmund. Lo intenté.
EDMUND: Hazme un último favor...
KRISTINE: Sólo por el amor que alguna vez te tuve. ¿Cuál?
EDMUND: Mete mis pulmones por mi boca, he tosido fuerte.
[Kristine vuelve a poner los pulmones de Edmund en su lugar]
KRISTINE: Listo. ¿Algo más?
EDMUND: Sí... la peluca, se me ha caído.
KRISTINE: Te la dejo en el lavaplatos. Le hace falta un lavado.
EDMUND: Gracias.
KRISTINE: Adiós, Edmund.
EDMUND: Adiós, Kristusiska.
[Kristine sale]
FIN
Obra escrita en colaboración con mi amigo San Poggio, un tipo y artista plástico de la gran siete.
2 comentarios:
espectacular, ya te lo dije. pa yorar de la risa
Muy bueno, Bukowski es un poroto al lado de ustedes. Vayan por mas, que queremos mas!
un abrazo
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