lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Quemá esos papeles!

Para firmar en otro blog, refrité una anécdota. El 29 de noviembre de 2005 escribí en mi primer blog lo siguiente:

 

Delenn, anima dulcissima requiescas in pace

Delenn, alma dulcísima, descansas en paz.
Veintiún cañonazos y bandera a media asta, Almirante...

Martes 29 de noviembre de 2005

Fue muy feo.

Delenn fue nuestra perra por más de 10 años. La encontró mi mamá en la calle para el Mundial de EEUU.
Yo le puse el nombre porque su flequillo de parecía al de Delenn, el personaje de Babylon 5.
Mi papá le decía "Belén".
Estaba muy vieja... ponerse de pie era un tormento.
Hubo que liquidarla. Sufría mucho desde hacía tiempo. La decisión estaba tomada.

Imagínenlo... el técnico mataperros dijo que venía el domingo.
Yo hice el pozo en el fondo para ir ganando tiempo, y el muy bolas no vino.
Yo cavando la tumba y la perra andando por ahí.
Muy macabro.

Entre pito y flauta, recién vino a la tarde de hoy.
Ella estaba acostada, tranquila disfrutando que había refrescado un poco.
La alcé y me miraba preguntándose para qué me le llevaba al fondo.
En estos últimos tiempos, yo la acostaba, le ponía la mano en la cabecita y ella se quedaba dormidita.
Vino el tipo y le dio una inyección que con la mitad duerme a un caballo.

La idea es que le diera un paro mientras dormía por la sobredosis.
Pero pasó como media hora y seguía respirando.

Yo había empezado a lagrimear cuando el mataperros se fue a hablar por teléfono.
Su respiración se entrecortaba, le miraba la cara, y me rompía el corazón.
Así que volvió con una jeringa llena de CIANURO directo al cuore.
Cuando le dio la inyección le dije al flaco que me dejara solo.
Todavía tengo la sangre helada de las convulsiones que tuvo.
Yo lloraba como un histérico.
Y la pobre se sacudía como loca y yo la acariciaba y le decía: "bueno mamina... ya va a pasar..."
Pero no se le iba a pasar una mierda, y la pobre se sacudía para poder respirar.
Y yo lloraba porque la pobre condenada sufría como loca porque la queríamos liberar del sufrimiento que ya tenía.
Y yo la acariciaba, y ella seguía temblando.
Pero cada vez con menos fuerza,y con menos frecuencia.
Estaba dura, y seguía convulsionando y sofocándose. ¡¿Por qué no puedo respirar, Damián?!
Hasta la última...
Fueron 10 minutos que me parecieron 10 años.
Y ya no estaba dura ni tensa... estaba tranquila y blandita... como durmiendo, pero sin respirar.
Entre lágrimas, yo la llené de besos y caricias en su cuero ya sarnoso por la enfermedad... por un rato, hasta que miré el pozo.

Es hora de ir a dormir, mamina.

Agrandé un poco el pozo para que pudiera dormir más cómoda.
Le hice upa, y la acosté como a ella le gustaba, pero adentro del pozo.
Le cerré los ojitos, y le di un besito en la frente.

Llené de nuevo el pozo, apisoné un poco la tierra y entré a casa llorando.

Y tranquilicé a mi padre mintiéndole:
"no, no sufrió para nada, murió durmiendo tranquilita".

Esa será la historia oficial, pero ustedes y yo sabemos el secreto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Paso simplemente a agradecer tu comentario.
Creo haber entendido todo.. o al menos tambien entender que mi abuela no es un perro sobre el que se puede decidir "facilmente" sobre la continuidad de su vida.

Hoy realmente no tengo muchas cosas para decir, o quizas sea solo falta de ganas, fatiga de la masa encefalica o ausencia de la misma.

Pero gracias.